Aconsejo que los tomates aunque maduros, sean de buena calidad, es decir, que sepan a algo. Si no es así, la calidad de la salsa de tomate, deja mucho que desear.
Necesitamos:
1 kilo 200 gr aprox. de tomates maduros.
3 cucharadas de aceite de oliva.
Sal.
Una sartén.
Una paleta, (si la sartén es antiadherente, no la uses de metal)
Preparación:
Lo primero que tenemos que hacer es pelar los tomates. Esto se puede hacer de dos maneras:
1ª - Los podemos pelar de la manera tradicional, con el cuchillo
2ª - Los podemos escalfar. Esto se hace sumergiendo los tomates en agua hirviendo durante un par de minutos. No dejarlos sumergidos más tiempo, pues se encharcarían de agua.
El truco está en que el agua esté hirviendo cuando los introduzcamos y en que cubra los tomates.
Se sacan con la ayuda de unas pinzas o de un tenedor, y se van poniendo en un plato.
Según se enfrien se pelan. Esto se hace, con las manos, se hinca levemente, un tenedor, o la punta del cuchillo una sola vez en el tomate. (También puedes pellizcarlos con la pinza con que los saques).
Y se tira de la piel que sale practicamente sola.
Ahora es el momento de cortarlos en trozos, quitandoles la parte dura del tomate.
Ponemos al fuego la sartén con 4 cucharadas de aceite de oliva . Dejamos que se caliente el aceite antes de echar el tomate. Esto es importante por que "no se puede hacer el tomate frito con aceite que no se haya frito antes", (consejo de mi abuela).
Para evitar salpicaduras podemos usar una tapadera con agujeros.
Una vez completamente machacado, casi triturado, ir moviendo y machacando hasta que se evapore el exceso de agua y el tomate quede con el aspecto de una salsa homogénea que es el resultado deseable.
Y ahora ya se puede emplear en diversos platos, como ingrediente o acompañamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario